Volver al origen para avanzar. Esta es la filosofía que define la dieta paleo (o dieta paleolítica) y hace referencia a la alimentación que seguían los ancestros de la Prehistoria cuando aún no se concebían las máquinas y las elaboraciones alimentarias que hoy desequilibran la dieta y alejan de una vida sana.
Aunque en los últimos años ha proliferado una corriente de culto al cuerpo, que se observa en el auge de los gimnasios y centros de estética profesional y avanzada, continúa latente un problema extendido a todas las sociedades modernas: el sobrepeso. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el capitalismo de consumo desarrolla con frecuencia alimentos procesados y ricos en azúcares, carbohidratos y grasas fuertemente adictivos: precisamente, lo que no hay que comer en esta dieta paleo para que sea exitosa y lograr un hábito de vida saludable y de bienestar.
La dieta paleo se compone de cuatro grandes bloques. En orden de cantidad, son los siguientes:
- verduras;
- carne, pescado y huevos;
- frutas, frutos secos, semillas, aceites y especias;
- y, por último, tubérculos y raíces.
Es, precisamente, en este último bloque, en el que las chufas (cyerpus esculentus lativum) pueden jugar un papel muy destacado en esta dieta.
Las chufas son tubérculos
Mundialmente conocidas por ser el ingrediente estrella de la horchata, las chufas tienen mucho más que aportar a la alimentación. En los últimos años, se está descubriendo que este alimento conforma una fuente de nutrientes extraordinaria. Por ejemplo, las chufas, bien cocidas, podrían ser buenos sustitutivos de algunas legumbres, pero es ahora cuando se comienza a avanzar en el terreno de la innovación con respecto a este producto rico en proteína y magnesio.
Su origen vegetal le da las características ideales para elaborar una leche sin lactosa, natural y libre de grasas, que bien podría ser el acompañamiento perfecto de un desayuno completo.
Al ser, además, una extraordinaria fuente de fibra dietética no soluble (incluso, más que la chía y ciruela), es ahora cuando surgen las primeras harinas naturales de chufa logradas con éxito. Y aún más: los nutrientes de la chufa, según estudios científicos, ayudan a controlar la diabetes, previenen contra el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y aportan numerosos beneficios al corazón. La chufa también ayuda a frenar el envejecimiento de las células y controlar la presión arterial, así como a regular las contracciones musculares y funciones digestivas.
La chufa es, sin duda, mucho más que deliciosa horchata, aunque, en este caso, se desaconseja de la dieta paleo por tratarse de una bebida altamente azucarada.
Incluir chufa a la dieta es una manera original de conocer nuevos sabores.